¿Cuántas veces nos salvó el pudor? ¿y mis ganas de siempre buscarte? Pedacito de amor delirante, colgado de tu cuello un lunes de lluvia a las cinco de la tarde. Sabe dios como me cuesta dejarte. Es que hoy se me agoto la esperanza porque con lo que nos queda de nosotros ya no alcanza.